Pase lo que pase, Dios es digno de ser adorado

Dios usa la tribulación como un proceso con propósito para nuestras vidas. El jamás desperdicia nuestro sufrimiento. Todo dolor que permita lo empleará como un proceso con propósito.

Hay dos propósitos bíblicos: nuestro crecimiento, que es el tema de Santiago 1:2-4, y la gloria de Dios Juan 9:3. La tribulación atrae la atención de las personas que nos rodean. Hebreos 10:33 RvR dice, “Por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante”.

Una Navidad, alguien le regaló a uno de nuestros hijos un casco de bombero de plástico. Era uno de esos regalos que uno hubiese preferido que no le dieran. Tenía una luz roja brillante en la parte superior y una sirena que funcionaba a pilas. Nuestros hijos corrían por toda la casa con la sirena y la luz encendida.

Era imposible ignorar que estaban presentes. Así sucede con la tribulación. En cuanto ataca nuestra vida, las luces comienzan a destellar y todos empiezan a mirarnos. Por esta razón, procesar la prueba de manera bíblica brinda una oportunidad sumamente maravillosa para que, como un “espectáculo” que el mundo está observando, demostremos la presencia y el poder de Dios en nuestras vidas. La tribulación se convierte en una oportunidad para que Dios se glorifique a sí mismo y demuestre su fortaleza.

El sufrimiento es una plataforma para desplegar el poder de Dios. Algunas veces, ese poder se muestra por medio de una liberación milagrosa y, otras, mediante la gracia que Él nos da para soportar con una actitud positiva que refleja el perdón y la paz durante un problema persistente y que, en ocasiones, dura toda una vida.

Cuando las pruebas nos convierten en un espectáculo, tenemos el privilegio de reaccionar bíblicamente y poner fin a los intentos de Satanás de desfigurar la gloria de Dios. Nuestros problemas nos permiten demostrar claramente que, pase lo que pase, Dios es digno de ser adorado, ofrecerle voluntariamente nuestra lealtad y demostrar la realidad de su presencia, poder y paz en medio del dolor.

 

Por Guido Barrios

Gentileza REVISTA SOMOS UNO