¿Existirá una representación única del amor?

¿Existirá una representación única del amor, o éste tiene diferentes formas y maneras de manifestarse? ¿Cómo podemos definir al amor? ¿Crece con el tiempo? ¿Cómo es realmente?...

El “amor”, en términos humanos, no es aquel idealista que observamos en las películas, en donde pareciera que todo es perfecto, que no existen los problemas. El amor tampoco puede reducirse al sentimiento de atracción de una persona por otra; esto es solo una de sus tantas manifestaciones, entendiendo además que existen diversos tipos de amor, y que éste implica a veces también sufrimiento.

Para ser más claros e ir a la fuente, veamos qué dice 1 Corintios 13:1-13 sobre este tema:

“Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. 2 Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contará con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. 3 Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso[a]; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada.

4 El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso 5 ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. 6 No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. 7 El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.

8 La profecía, el hablar en idiomas desconocidos,[b] y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre! 9 Ahora nuestro conocimiento es parcial e incompleto, ¡y aun el don de profecía revela solo una parte de todo el panorama! 10 Sin embargo, cuando llegue el tiempo de la perfección, esas cosas parciales se volverán inútiles.

11 Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño. 12 Ahora vemos todo de manera imperfecta, como reflejos desconcertantes, pero luego veremos todo con perfecta claridad.[c] Todo lo que ahora conozco es parcial e incompleto, pero luego conoceré todo por completo, tal como Dios ya me conoce a mí completamente.

13 Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor.”

Si analizamos el texto bíblico, podemos darnos cuenta de que el mismo nunca hace mención a ese amor “pasional” que vemos en la televisión; habla del sentido general del amor como el elemento fundamental en nuestras relaciones, no sólo matrimoniales sino también con nuestros pares. El amor es la clave de todo: es lo que llevó a Jesús a entregar su vida por una humanidad perdida, y lo que debe atravesar todas nuestras relaciones.

El amor es el motor que mueve el mundo, es lo que nos inclina hacia algo o alguien, el amor por Dios es el que hace que amemos a los demás, que perdonemos sus fallas y que busquemos que todos sean alumbrados por la luz del evangelio, ese que nos alumbró primero a nosotros.

“Lo atraje con cuerdas de ternura, lo atraje con lazos de amor. Le quité de la cerviz el yugo, y con ternura me acerqué para alimentarlo”. Oseas 11:4

Si no tengo amor nada soy

En los primeros versos del capítulo anterior, el apóstol Pablo, realiza la comparación de la persona que no tiene amor con un instrumento de percusión llamado címbalo.

Un címbalo que retiñe es un instrumento cuya resonancia estruendosa podría impactar, pero que no es más que un platillo hueco. En resumen, es un sonido vacío que no causa demasiado impacto. Una persona sin amor, es una persona indefectiblemente vacía, una persona sin propósito, ya que su vida no gira en torno al amor de Dios. Y en este punto, existe una cuestión importante a considerar: el amor solamente puede perdurar en el tiempo si tiene a Cristo como piedra angular. 

El amor hacia las almas y propósitos hacia los cuales Dios desea llevarte únicamente pueden ser activados y llevados a cabo con amor; y éste implica morir a todos nuestros deseos.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Colosenses 3:23-24

Si la humanidad comenzará a entender y vivir de esta manera, definitivamente el amor de Cristo la transformaría.

 

El amor, desde el Antiguo Testamento

 

Jesús dijo que el gran mandamiento en el Antiguo Testamento era --"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" (Mateo 22:36 y sgtes; Deuteronomio 6:5). El segundo mandamiento era "Amarás a tu prójimo como a tí mismo" (Mateo 22:39; Levítico 18:19). Luego dijo “de estos dos mandamientos dependen toda la ley y los Profetas” (Mateo 22:40). El significado de esto debe ser que si una persona entendía y obedecía estos dos mandamientos, entendería y cumpliría lo que todo el Antiguo Testamento estaba tratando de enseñar. El Antiguo Testamento, si se entiende como corresponde, básicamente apunta a transformar a los hombres y mujeres en personas que aman fervientemente a Dios y a su prójimo.

 

El amor en el nuevo testamento

 

El Nuevo Testamento implica un punto de inflexión en la historia de la humanidad, a partir de la aparición del Hijo de Dios en escena. En Jesús vemos como nunca antes la revelación de Dios (Juan 14:9; Colosenses 2:9; Hebreos 1:3). 

Pero la llegada de Jesús no solo trae la revelación de Dios. Con su muerte y resurrección Jesús también nos trae salvación (Romanos 5:6-11). Esta salvación significa el perdón de los pecados (Efesios 1:7), acceso a Dios (Efesios 2:18), la esperanza de vida eterna (Juan 3:16), un nuevo corazón inclinado a realizar buenas obras (Efesios 2:10; Titos 2:14).

Por eso, cuando hablamos de “amor”, debemos relacionar este concepto con la vida, muerte y resurrección de Jesús. En su vida, muerte y resurrección vemos plasmado el verdadero significado del amor; no del amor de “cartón” que nos muestra el cine, sino de ese amor real que nos salvó de la perdición eterna.

 

Y vos… ¿De qué manera estás amando?

 



Gentileza REVISTA SOMOS UNO

 

Por Andrea Medina